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Rosquillas "Tontas" de San Isidro

Esta vez le toca a las tontas. Hoy 15 de Mayo es fiesta en Madrid capital, celebramos el día de San Isidro, patrón de los madrileños. Lo típico de este día, siempre y cuando las tormentas de primavera nos dejan, es acudir a la pradera y pasar el día al solete, si te gusta  esperar colas puedes ir hasta la ermita y beber agua del santo, es un agua que se supone tiene propiedades curativas. De comida: tortilla de patata, entresijos, gallinejas, encurtidos... aderezados con una buena sangría y para postre las famosas rosquillas del santo. Hay de varios tipos: las tontas, las listas, las francesas y las de Santa Clara.

Parece que la tradición de las rosquillas (tontas, listas y francesas) viene de una mujer llamada la “Tía Javiera”, que era una vendedora muy afamada de dichas rosquillas y que acabó instaurando una tradición hasta estos días, junto con las rosquillas de Santa Clara que vienen de las monjas del mismo nombre. Tras un poco de investigación no me queda claro desde cuando se inicia esta tradición pero algunos entendidos hablan del siglo XVI  y otros del  XVIII, ahí dejamos nuestro granito de historia.

Para quienes no conozcan dónde se ubica la “pradera”, deciros que está en el barrio de Carabanchel y que allí se produjo una de las batallas más sangrientas entre los madrileños y los franceses, en el levantamiento del pueblo español contra Napoleón en 1808. Lo más curioso es que  tiempo después, sigue siendo un lugar de encuentros y celebraciones, lo que habrán visto estas tierras...

Un último apunte en la clasificación de las rosquillas: “tontas” (sólo anís), “listas” (baño de azúcar, limón y huevo batido), “francesas” (cobertura de azúcar glasé y almendra picada) y las de “Santa Clara” (merengue duro por encima). Feliz día!!!

Rosquillas “Tontas” de San Isidro

Ingredientes

  • 350 gr. de harina
  • 70 gr. de azúcar
  • 4 huevos
  • ½ curadita de las de café de bicarbonato
  • 1 vaso de los de chupito de anís
  • 1 puñadito pequeño de anises en grano
  • La piel de un limón
  • 6 cucharadas soperas de aceite

Elaboración:

Lo primero de todo es aromatizar el aceite y para ello lo colocamos en una sartén junto con la cáscara de limón (truco muy antiguo) y lo calentamos, sin llegar a freír sólo lo removemos unos minutos para que tome aroma. Se retira y se deja enfriar. Mientras, tostamos los granos de anís en otra sartén y los machacamos en un mortero para dejarlo lo más menudito posible.

Cuando el aceite ya está frío, comenzamos a batir 3 de los 4 huevos con el azúcar creando una mezcla espumosa y homogénea, después añadimos el resto de ingredientes. Es una mezcla muy pringosa cuando se trabaja con la manos, así que recomiendo que previamente y durante el proceso, os vayáis engrasando con aceite las manos.

Con la cantidad inicial de harina que he puesto tendría que ser suficiente, pero si veis que la masa no toma una textura gomosa y flexible y se os sigue quedando muy pegada en las manos, añadir harina hasta ajustarlo.

Dicha masa se coloca durante una hora en el frigo.  Pasado ese tiempo, nos volvemos a engrasar las manos y hacemos la forma de las rosquillas. Tomar una pequeña cantidad y sobre la mesa hacer un “churro” lo bastante largo para enroscarse y de un grosor como dos dedos. En el horno sube de tamaño y suele ocurrir que el agujero del medio desaparece, no os preocupéis, es de lo más normal como veis en la foto.

Colocarlas sobre la bandeja con un buen espacio entre ellas. Barnizarlas con el huevo batido que quedó reservado y al horno precalentado a 200ºC durante unos 10-15 minutos, son rosquillas muy tostadas, no sirve sacarlas antes aunque nos gusten más de aspecto. Os recomiendo para que queden más brillantes, sacarlas del horno cuando empiecen a dorarse y volver a barnizarlas de nuevo.

Una vez fuera, dejarlas enfriar, se pueden conservar muy bien en una caja hermética y no necesitan frío.


¿Quién se viene a la pradera con Mantón de Manila en mano?




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